Reflexiones frente al teclado

Es medianoche y estoy frente a mi computador. Como cosa rara, haciendo varias cosas a la vez. Estoy dando los toques finales a una entrevista imaginaria que me ha puesto de cabeza en las últimas semanas. El ejercicio consiste en indagar lo más posible sobre la vida y obra de un personaje —casi siempre periodista y, encima, fallecido— que se nos asignó en clase. Una vez que te empapas bien de él, procedes a revivirlo escribiendo una entrevista imaginaria de cuatro cuartillas.

A mí me tocó Susana Rotker, una escritora y periodista venezolana con un enorme talento para la investigación literaria. Ella era la que escribía la columna de cine "La gran ilusión" en El Nacional; con esa perlita tengo.

Creo que he logrado lo que quería con mi tarea. Las preguntas no son demasiado rebuscadas y las respuestas parecen fieles al espíritu de Rotker. Ella se me ha convertido en una de esas escritoras a las que quiero leer, me muero por leer, tengo que leer. Murió demasiado joven, a los 46 años. No por enfermedad sino atropellada. Un absurdo final para alguien que tenía mucho para dar.

Mientras hago maromas con la entrevista imaginaria, consulto unas palabras en la página web de la Real Academia Española. Crees que sabes el significado de una palabra y no es sino hasta que tienes el teclado enfrente cuando te das cuenta que lo que tienes es una idea de lo que significa. No es lo mismo y tampoco doy por sentado nada a la hora de escribir. Así que la RAE se me ha convertido en algo así como un viejito que de vez en cuando mira por sobre mi hombro lo que redacto y, cuando estoy a punto de cometer una bestialidad, me toca con el dedo o me hace "Pssst, pssst. Chequea primero".

Para no perder la costumbre, actualizo una de tantas listas de palabras que trato de estudiarme, como fiebrúo del Scrabble que soy. No he ido a jugar al club desde hace semanas pero igual trato de mantenerme activo leyendo palabras que luego me servirán para meterle medio palo a alguien. Tengo listas de todos los verbos que empiezan por A, que empiezan con el prefijo DES-, palabras que son nombres propios y tienen significado en el diccionario (Jorge: m. escarabajo sanjuanero [insecto coleóptero, de dos a tres centímetros de largo]), monosílabos vergatarios (zum: [del ingl. Zoom] Cinem., Fotogr. y TV. Teleobjetivo especial cuyo avance o retroceso permite acercar o alejar la imagen) y otro pocotonón de menudencias que leo por el puro placer de leerlas y aprenderlas.

Además de eso, busco sin cesar referencias que me ayuden a darle forma al marco teórico de mi tesis. RJ y yo estamos trabajando a todo vapor: el próximo lunes debemos entregar introducción, marco teórico y bibliografía. Tenemos los huevos en la garganta, pero nada. El miedo no nos puede paralizar. Así que él y yo nos caemos a coñazos con la selva de páginas web, blogs y libros en formato PDF que nos salen al paso.

Nadie dijo que hacer una tesis fuera una mantequilla, y menos si encima estudias y trabajas. ¿Quién te manda a haber empezado la carrera tan tarde, papacito? Esto lo pudiste haber hecho hace 10 años, sin las preocupaciones de ahora. Ahora cálatela sin chistar y fájate. Cero bostezar, cero cansancio, cero voltear los ojos en blanco por el sueño. Usted escriba, investigue, filtre, redacte y más nada, mi pana.

A estas alturas no sé qué me mueve a hacer todo esto y luchar al mismo tiempo contra el sueño que brega por cerrarme los ojos. Creo que el placer de escribir es más grande que la necesidad de descanso. Así que sigo adelante, haciendo caso omiso de mi somnolencia.

Lo que no puedo ignorar es un pensamiento que vuelve a mi mente con insistencia. Es ella. Sólo ella. Por más que intento, no dejo de pensar en ella. No es ninguna miss. No es Cindy Crawford, Valeria Mazza, Marjorie de Souza ni Giselle Bündchen. Ni falta me hace que sea así. Me enganchó desde que la vi en fotos pero en persona terminó de conquistarme. Es una mujer chispeante, su velocidad mental es contagiosa. Te hace reír así tengas la mamá de las carotas. Y está enamorada de mí.

Yo también lo estoy de ella, y mucho. Tiene el raro don de dominar mis frecuentes accesos de mal humor... y lo increíble es que no vive conmigo. Calma mi ansiedad, guía mis pasos y achica mis temores. Se ríe de mi risa y cree que soy especial. Y resulta que la especial es ella.

Como no pude sacármela de la cabeza mientras trabajaba, opté por hacer lo único que se me ocurrió: dedicarle estas poquitas líneas en mi blog. Dulces sueños, cielo. Te amo con todo mi corazón. Perdona lo malo. El amor vuelve brutos a los inteligentes e inteligentes a los brutos.