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Mostrando las entradas de septiembre, 2006

Amor de madre

Nunca he sido muy paciente con los niños. Es un defecto que tengo. No soporto ver a un niño pequeño haciendo una pataleta. Si veo un chamín contestándole feo a su mamá, me provoca agarrarlo y torcerle el pescuezo. Y si oigo a un niño llorando, empiezo a desesperarme. Qué hace uno, mi paciencia es escasa con los niños. Ojo, me aguanto. Ni les grito, ni les pego ni nada; me calo mi procesión por dentro. Algo así me tuve que calar hace unos días, cuando estaba agarrando el metrobús para ir a mi trabajo. Una muchacha joven —no más de 25 años de edad— llevaba en brazos una niña que no tendría más de tres años. A medida que la cola para abordar el metrobús se acortaba, la niña lloraba más y más. Se movía desesperada en brazos de su mamá, que la mecía y le hablaba con suavidad mientras le sonreía. Yo iba justo detrás de ellas; el llanto de la niña me traía crispado y con el escroto bien fruncido. Volvía la cabeza a cualquier otro lado con tal de oír al menos 10 decibeles menos de llanto y gri

Cambio de Cara

He aquí la nueva cara de mi casa, señores. En los próximos días reinsertaré los links de ustedes, así como la pizarrita. ¿Qué opinan?