Y ahora, ¿qué?

Ya pasaron las elecciones. La abstención trepó a niveles desoladoramente altos. La última institución que quedaba por conquistar fue tomada. Con todo y los piches dos millones y pico de votantes que asistieron a los centros de votación ayer.

No voy a entrar en detalles sobre este tema porque ya se ha dicho todo al respecto. Yo ya había decidido desde hacía tiempo no votar porque simplemente me cansé de que me señalaran con el dedo. Estoy en una lista que ha sido usada para negarle trabajo a un gentío y no pretendía "actualizar" esa lista con mi dirección o más datos personales. Esto parece que no hay quien lo detenga y no iba a seguirle el juego a un poder electoral tan parcializado como tramposo. Lo siento por los diputados que sí estaban haciendo algo por mi circuito pero la verdad es que no le vi ningún sentido a ir a unas elecciones que no eran otra cosa que un matadero.

Respeto las opiniones de quienes sí pensaban ir a votar hasta que la oposición renunció. Lo que sí no aceptaba era que cualquier persona se sintiera con derecho a decirme por qué era conveniente ir a votar. ¡No voto y punto, vale! Así como yo no pido explicaciones de tus actos, no me pidas explicaciones de los míos, COÑO!!!!!!!! Simplemente me hastié de darle mi voto a un gentío que no hizo más que calentar sus curules. La diferencia era hasta ayer de 89 diputados oficialistas por 78 de la oposición. Pero muchos de esos 78 diputados faltaron a un cerro de sesiones. Ello ocasionaba que en las sesiones la diferencia fuera aun más notoria a favor de la bancada chavista. Ahora se preocupan y hablan de una abstención activa, de patear la calle y quién sabe qué cosas más. En lo personal, yo ya estoy pensando seriamente en sacar mi pasaporte. Adoro a Venezuela pero de verdad nos ha tocado una dirigencia decepcionante. Y así no se puede. Ojalá me equivoque y esto sea el principio de un cambio que nos beneficie a todos.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¡Hola!

En el restaurante

Nuestro ciclo