De todo un poco (IV)
Un chinazo
Fue hace como dos semanas. En la feria de la UCAB, para variar. Y con CM de protagonista, como para no perder el ritmo. Tenía tiempo sin resbalarse por aquí.
Estaban varias chicas de décimo tomándose fotos con sus cámaras digitales. Felices porque ya estaban terminando su último semestre en la universidad y lo que les quedaba era la tesis. Habían hecho la tradicional caminata por la plaza de la uni y tenían la cervezada a la vuelta de unos pcos días. Fotos iban y venían. La feria, superanimada y con los comentarios del mundial en plena efervescencia.
CM estaba conversando con RJ y conmigo cuando sale PV, una chama de décimo, y le tomó una foto así, tal cual, sin decirle que posara ni nada. La foto salió toda descuadrada, con CM haciendo una cara rarísima.
CM la vio y le pidió a PV que la borrara porque no le gustaba como había salido. Y el chinazo fue lo que CM dijo:
—¡Es que tú siempre me agarras en unas posiciones...!
De una me miró y peló los ojos. Too late, te resbalaste. ¿Qué posiciones serán? ;)
Vacaciones
Dulce palabra para nosotros los que estamos estudiando aún. Se acabó el semestre más perro de la carrera hasta ahorita y ya yo tengo seriamente armada mi agenda de morseos, maratones de tele y uno que otro buceo urbano. Sin dejar de lado —ni Dios lo quiera— el material de lectura que hay que buscar para la tesis. Y vacaciones las que me está dando el miserable macaco que tenemos de presidente ahorita, que hizo una cadena en pleno Aló Ciudadano porque se va de vagaciones por Asia y un cerro de países. ¡Qué vida tan dura!
Noche de asquerositos
—Dame un pura papa cuando puedas, mi pana.
El chamo uniformado saca un humeante pan, lo abre con las tenacillas, le mete la salchicha, atiborra de papas fritas el perro, le echa un chorro de mayonesa y otro de salsa de tomate. Todo eso en diez segundos y despacha el pura papa a la velocidad del rayo, listo para preparar otro perro. Y otro. Y otro más.
A su lado está la plancha, vigilada por otro uniformado con bata y gorra. Sobre esa plancha están friéndose una hamburguesa, un huevo, un bistec de pollo y unos champiñones rebanados. El uniformado une el huevo y la hamburguesa, los mete en un pan redondo, agrega rebanadas de queso amarillo y trocitos de aguacate. A eso le suma la correspondiente ración de papas y salsas, y listo.
—Hamburguesa especial, varón.
El comensal recoge la hamburguesa que el chamo le tiende, agarra el frasco de salsa de ajo, le echa un buen chorro y empieza a comérsela con ganas.
De vuelta a la plancha, el chamo uniformado agrega unas tiritas de tocineta y más aceite. Le da la vuelta al pollo. Al mismo tiempo habla con el encargado de los perros y le echa la madre a una gordita que pasa por allí a pedir limosna.
—¡Ponte a trabajar, no jodaaaaaaaaaa!
La gordita es limosnera asidua en ese carrito. Es joven, no tiene ninguna afección física visible. No es minusválida, no se ve deforme. No está impedida para trabajar. Pese a eso, igual pide limosna con un desparpajo increíble. Y no pide menos de Bs. 500. Cliente por cliente, va haciendo la misma pregunta:
—¿Me regala quinientos bolos?
Así, sin un "Por favor". Sin anestesia. Todos los clientes, por turno, la miran de arriba abajo como preguntándose qué le pica a esta caraja que pone una limosna con tarifa mínima y no me deja comerme mi vaina en paz. Vete, mijita. Aquí no hay pa' ti, pedazo de vaga. Total que la gordita desaparece en la oscuridad, hasta dentro de una media hora. Ya sabe que ese es el tiempo necesario para que la clientela del carrito se renueve.
—Señooooor, ¿me da un perro con toooodooooo?
La petición es hecha por una chica toda maquillaje, sifrinismo y glamour. Está acompañada de su novio, un chamo igualmente plástico. No hay ningún rollo, los asquerositos conquistan los gustos de todas las clases sociales. Y más a esa hora, las once de la noche.
El chamo de los perros despacha el pedido en 10 segundos exactos ("¡Ay, se me olvidaba, por fa, no le pongas cebollaaaaaaaaa!") y el glamour de la chica se acaba con el primer mordisco. Abre una boca inmensamente grande, deja al descubierto los dientes forrados en frenillos, acomete su perro... y un chisguete de salsa le impacta el escote. La chica agarra una servilleta y se limpia lo más delicadamente que puede, mientras las libidinosas miradas de su novio y demás clientes hombres quedan estampadas en el escote que se mueve al son que le marca la servilleta.
El bistec de pollo está perfecto. No crudo, porque el pollo sabe asqueroso y es peligroso. Dorado, con los bordes un poco negros, pero perfecto. El chamo de la plancha pone a freír un huevo. Cuando está listo, junta el pollo, el huevo, la tocineta (perfectamente arqueada, tostada, provocativa) y los champiñones. Esa torta de sabores va a otro pan redondo, con una rebanada de queso y varias piezas de aguacate. Salsa de tomate, mayonesa, papas y listo.
—Bichito, pollo especial.
El cliente que agarra la hamburguesa es joven y tiene cara de rascado feliz. Está con un grupito de amigos, tan jóvenes como él. Acaban de salir de la cervezada de la UCAB y están comentando los baños de licor que se echaron encima. No hace falta que lo comenten, el efluvio etílico se les adelantó hace rato. También intercambian impresiones sobre "los culos con los que perreamos" y "las tusas trancadas" que se echaron en plena cervezada.
Ya terminaron una fase de su vida. Sólo la tesis está entre ellos y su título. Mejor dicho, entre ellos y un nuevo capítulo de su existencia. La abordarán con el mismo entusiasmo que dejan escapar ahora, entre mordiscos y vapores de alcohol. Y así como le echaron la madre a sus profesores, seguro se la echarán a quienes sean sus jefes cuando trabajen. Ese ciclo nunca termina, esté uno en el nivel que esté.
Otra vez la limosnera. Y otra vez uno de los perreros le dice "¡Ponte a trabajar, no jodaaaaaaaaaa!". Y otra vez el paseo cliente por cliente con el pedido de quinientos bolos. Tarifa mínima para la caridad y nada, se fue la gordita con las manos vacías.
La chica sifrina se termina su perro y su refresco. El novio se lo paga, se dan un beso y se marchan. El chorro de salsa en el escote no fue el único. Hubo un momento en que la muchacha mordió y una plasta de papas, salsa y pan le cayó a los pies, y tenía sandalias puestas. Glamour y asquerositos no conjugan, definitivo.
Los chamos que salieron de la cervezada se van. Muertos de la risa, felices por su día y al encuentro de su futuro, sea como sea. Se topan con la gordita y uno de ellos le da una moneda de quinientos. El semblante de la mujer no puede ser más inexpresivo y los panas se miran como diciéndose cuánto querrá esta pajúa que le demos.
¡Nominadísimo!
¡Sí, no juegue! Qué tal. Bueno, la cuestión es en broma y como tal yo me la tomo. ¿Que qué haría si ganara? Ayudar a las misses desamparadas. Sí, ayudarlas para que no vuelvan a decir que les gusta la música de Shéikspiar o que les gusta la ropa vieja. Aparte de eso, me tripearía mi encuentro con la mami bloguera. ¿Y qué más? A seguir escribiendo por acá y gozar con los posts de los y las panas. Ahí estamos, ya veremos qué pasa con ese relajo. ¡Wari, tás loca, jejeje! Y Khabiria, gracias otra vez por meterme en ese relajo. ¡Me lo estoy gozando, jajajaja!
Fue hace como dos semanas. En la feria de la UCAB, para variar. Y con CM de protagonista, como para no perder el ritmo. Tenía tiempo sin resbalarse por aquí.
Estaban varias chicas de décimo tomándose fotos con sus cámaras digitales. Felices porque ya estaban terminando su último semestre en la universidad y lo que les quedaba era la tesis. Habían hecho la tradicional caminata por la plaza de la uni y tenían la cervezada a la vuelta de unos pcos días. Fotos iban y venían. La feria, superanimada y con los comentarios del mundial en plena efervescencia.
CM estaba conversando con RJ y conmigo cuando sale PV, una chama de décimo, y le tomó una foto así, tal cual, sin decirle que posara ni nada. La foto salió toda descuadrada, con CM haciendo una cara rarísima.
CM la vio y le pidió a PV que la borrara porque no le gustaba como había salido. Y el chinazo fue lo que CM dijo:
—¡Es que tú siempre me agarras en unas posiciones...!
De una me miró y peló los ojos. Too late, te resbalaste. ¿Qué posiciones serán? ;)
Vacaciones
Dulce palabra para nosotros los que estamos estudiando aún. Se acabó el semestre más perro de la carrera hasta ahorita y ya yo tengo seriamente armada mi agenda de morseos, maratones de tele y uno que otro buceo urbano. Sin dejar de lado —ni Dios lo quiera— el material de lectura que hay que buscar para la tesis. Y vacaciones las que me está dando el miserable macaco que tenemos de presidente ahorita, que hizo una cadena en pleno Aló Ciudadano porque se va de vagaciones por Asia y un cerro de países. ¡Qué vida tan dura!
Noche de asquerositos
—Dame un pura papa cuando puedas, mi pana.
El chamo uniformado saca un humeante pan, lo abre con las tenacillas, le mete la salchicha, atiborra de papas fritas el perro, le echa un chorro de mayonesa y otro de salsa de tomate. Todo eso en diez segundos y despacha el pura papa a la velocidad del rayo, listo para preparar otro perro. Y otro. Y otro más.
A su lado está la plancha, vigilada por otro uniformado con bata y gorra. Sobre esa plancha están friéndose una hamburguesa, un huevo, un bistec de pollo y unos champiñones rebanados. El uniformado une el huevo y la hamburguesa, los mete en un pan redondo, agrega rebanadas de queso amarillo y trocitos de aguacate. A eso le suma la correspondiente ración de papas y salsas, y listo.
—Hamburguesa especial, varón.
El comensal recoge la hamburguesa que el chamo le tiende, agarra el frasco de salsa de ajo, le echa un buen chorro y empieza a comérsela con ganas.
De vuelta a la plancha, el chamo uniformado agrega unas tiritas de tocineta y más aceite. Le da la vuelta al pollo. Al mismo tiempo habla con el encargado de los perros y le echa la madre a una gordita que pasa por allí a pedir limosna.
—¡Ponte a trabajar, no jodaaaaaaaaaa!
La gordita es limosnera asidua en ese carrito. Es joven, no tiene ninguna afección física visible. No es minusválida, no se ve deforme. No está impedida para trabajar. Pese a eso, igual pide limosna con un desparpajo increíble. Y no pide menos de Bs. 500. Cliente por cliente, va haciendo la misma pregunta:
—¿Me regala quinientos bolos?
Así, sin un "Por favor". Sin anestesia. Todos los clientes, por turno, la miran de arriba abajo como preguntándose qué le pica a esta caraja que pone una limosna con tarifa mínima y no me deja comerme mi vaina en paz. Vete, mijita. Aquí no hay pa' ti, pedazo de vaga. Total que la gordita desaparece en la oscuridad, hasta dentro de una media hora. Ya sabe que ese es el tiempo necesario para que la clientela del carrito se renueve.
—Señooooor, ¿me da un perro con toooodooooo?
La petición es hecha por una chica toda maquillaje, sifrinismo y glamour. Está acompañada de su novio, un chamo igualmente plástico. No hay ningún rollo, los asquerositos conquistan los gustos de todas las clases sociales. Y más a esa hora, las once de la noche.
El chamo de los perros despacha el pedido en 10 segundos exactos ("¡Ay, se me olvidaba, por fa, no le pongas cebollaaaaaaaaa!") y el glamour de la chica se acaba con el primer mordisco. Abre una boca inmensamente grande, deja al descubierto los dientes forrados en frenillos, acomete su perro... y un chisguete de salsa le impacta el escote. La chica agarra una servilleta y se limpia lo más delicadamente que puede, mientras las libidinosas miradas de su novio y demás clientes hombres quedan estampadas en el escote que se mueve al son que le marca la servilleta.
El bistec de pollo está perfecto. No crudo, porque el pollo sabe asqueroso y es peligroso. Dorado, con los bordes un poco negros, pero perfecto. El chamo de la plancha pone a freír un huevo. Cuando está listo, junta el pollo, el huevo, la tocineta (perfectamente arqueada, tostada, provocativa) y los champiñones. Esa torta de sabores va a otro pan redondo, con una rebanada de queso y varias piezas de aguacate. Salsa de tomate, mayonesa, papas y listo.
—Bichito, pollo especial.
El cliente que agarra la hamburguesa es joven y tiene cara de rascado feliz. Está con un grupito de amigos, tan jóvenes como él. Acaban de salir de la cervezada de la UCAB y están comentando los baños de licor que se echaron encima. No hace falta que lo comenten, el efluvio etílico se les adelantó hace rato. También intercambian impresiones sobre "los culos con los que perreamos" y "las tusas trancadas" que se echaron en plena cervezada.
Ya terminaron una fase de su vida. Sólo la tesis está entre ellos y su título. Mejor dicho, entre ellos y un nuevo capítulo de su existencia. La abordarán con el mismo entusiasmo que dejan escapar ahora, entre mordiscos y vapores de alcohol. Y así como le echaron la madre a sus profesores, seguro se la echarán a quienes sean sus jefes cuando trabajen. Ese ciclo nunca termina, esté uno en el nivel que esté.
Otra vez la limosnera. Y otra vez uno de los perreros le dice "¡Ponte a trabajar, no jodaaaaaaaaaa!". Y otra vez el paseo cliente por cliente con el pedido de quinientos bolos. Tarifa mínima para la caridad y nada, se fue la gordita con las manos vacías.
La chica sifrina se termina su perro y su refresco. El novio se lo paga, se dan un beso y se marchan. El chorro de salsa en el escote no fue el único. Hubo un momento en que la muchacha mordió y una plasta de papas, salsa y pan le cayó a los pies, y tenía sandalias puestas. Glamour y asquerositos no conjugan, definitivo.
Los chamos que salieron de la cervezada se van. Muertos de la risa, felices por su día y al encuentro de su futuro, sea como sea. Se topan con la gordita y uno de ellos le da una moneda de quinientos. El semblante de la mujer no puede ser más inexpresivo y los panas se miran como diciéndose cuánto querrá esta pajúa que le demos.
¡Nominadísimo!
¡Sí, no juegue! Qué tal. Bueno, la cuestión es en broma y como tal yo me la tomo. ¿Que qué haría si ganara? Ayudar a las misses desamparadas. Sí, ayudarlas para que no vuelvan a decir que les gusta la música de Shéikspiar o que les gusta la ropa vieja. Aparte de eso, me tripearía mi encuentro con la mami bloguera. ¿Y qué más? A seguir escribiendo por acá y gozar con los posts de los y las panas. Ahí estamos, ya veremos qué pasa con ese relajo. ¡Wari, tás loca, jejeje! Y Khabiria, gracias otra vez por meterme en ese relajo. ¡Me lo estoy gozando, jajajaja!
Comentarios
Y bueno tienes razóooon las vacaciones son un alivio TAAAN grande! :)
Suerte en esa nominación ;) jeje ese par de locas han revolucionado la blogsfera con su concurso!!
saludoss!!
Qué te puedo decir de tu amiga CM, jajaja creo que por más que intente, aún no ha aprendido a cuidarse de tu imaginación y tu malicia a la hora de escuchar cada frase e interpretarla; pero bueno, allí debe radicar el por qué uds se llevan bien (inocencia vs. experiencia).
Por lo demás, que disfrutes tus vacaciones al máximo y renueves las energías que te quitó el octavo, jajaja y no comas muchos asquerositos, mira que la grasa no perdona, y si te nominaron papi bloguero, por qué no ser papi en la vida real??
Sigue escribiendo así de bien George. Muchísima suerte y estamos en contacto.
Besos.
Este post no tiene desperdicio, te lo aseguro, no he parado de reir un instante con lo de los asquerositos, y de reflexionar con lo del chinazo, te felicito por tu forma de escribir, de pana y todo.
Hasta me han dado ganas de visitar a mi hermana en Palo Verde, pa' comerme par de pepitos o una hamburguesa especial a que "Los Primos", diagonal al centro comercial Palo Verde.
Saluti,
Bruno
Bye bye ;)
Definitivamente asquerositos con glamour no van de la mano, pero igual se gozo su perro...
Besos por el salon....